4 de noviembre de 2013

Have you ever notice…

Como hijo de la televisión americana de los ´90 una de las influencias más grandes que tengo es la serie “Seinfeld” creada por su protagonista, Jerry y el neurótico Larry David. En uno de sus shows de stand up Jerome Seinfeld dice algo como: “el hombre inventa y hace actividades en las cuales se puede romper la cabeza, no conforme con esto, en vez de abandonarlas, inventó un casco para proteger ese cerebro y continuar llevando a cabo esas acciones peculiares.” y cierra preguntando al público: “¿vale la pena salvar esa cabeza que hace todo lo posible por romperse?”. Cada vez existen más bloqueadores de publicidad: AdBlock Plus, IE7 Pro, Simple Adblock, Chrome AdBlock, Safari Cleaner y su app para Facebook, y podríamos seguir. Los invito a poner en el navegador frases alusivas al gusto de la publicidad, y se darán cuenta, o comprobarán, mejor dicho, que hay cierta parte de la publicidad que invade, que la gente no quiere ver. Cada tanto en las redes me encuentro con algún contacto renegando contra algún tipo de aviso intrusivo –los de YouTube a la cabeza- que no permiten escuchar dos temas seguidos sin un anuncio que, los que aún no lo tienen bloqueado, esperan ansiosos que la cuenta regresiva los habilite a apretar la “X” –muchas veces más difícil de encontrar que a Wally-. En Facebook los anuncios pagos llegan a invadir los timelines, y su capacidad de segmentación es sorprendente, y si uno es target de un producto, le va a llegar una y otra vez. Otra faceta que produce molestia es la de la poca o nula privacidad: si hoy buscamos “lancha a motor” en Google, en un par de horas estaremos recibiendo ofertas maravillosas de vehículos acuáticos a muy buenos precios. Por otro lado están las piezas que la gente elige ver, porque los entretiene, porque les es interesante, porque los ayuda o porque cuenta con recursos artísticos –no necesariamente caros- que vale la pena tener en cuenta. Tal vez esta alternativa pueda parecer más cara, como que necesita mayor producción y mentes más ágiles y aguda para dar con ese tema que el público sí quiere ver. Por otro lado podemos preguntar ¿Cuál es el DAÑO que le está haciendo ese anuncio no deseado a la marca? esa persona que recibe un anuncio que no sólo no quiere ver sino que perturba la navegación, a la hora de ir a adquirir un producto, ¿qué marca va a elegir? qué posicionamiento nos da ser la empresa que no deja ver dos videos seguidos. No va a ser sorpresa que esta persona termine eligiendo a la competencia. La publicidad impuso una serie de soportes para comunicar y ante la negativa del público no tuvo mejor idea que apostar más fuerte, de hacer uso del dinero para aumentar la frecuencia sin límites. Se puso un casco y va como el hombre bala del circo hacia la gente que al verlo venir comienza a rezar para que la cuenta regresiva sea veloz y porque la “X” lo salven lo antes posible. En síntesis, citando la duda que planteó Jerry Seinfeld respecto a los que hacen lo posible por herirse: ¿vale la pena salvar a esa publicidad que se esmera por romper el vínculo con la gente?.

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