Ya está
claro el poder de la gente para construir o destruir una marca: con las redes
sociales como estandarte, un grupo de personas tiene la influencia que un
director creativo, un gerente o un creativo.
Hay que
entender también que existen los errores, siempre algo puede pasar,
inconmensurables o desaciertos, es parte del juego, de la vida, pero no
escucharlos sí es una falta grave que no puede suceder.
La estadía
en Twitter pasa entre hashtags, twitstars, trending topics y anuncios
patrocinados, pero también es un punto en donde se encuentran decenas de
personas bajo el paraguas de un interés en común: y cuando el tema de
conversación es una marca puede ser –justamente- constructivo o letal.
El hashtag
#OdioLaPublicidad reúne más de 2 mil entradas en las que el público se queja,
de las molestias que provoca: las interrupciones, la frecuencia de repetición
de las mismas.
Sobre este
tópico podemos entender un total potencial de 1.7 millones de receptores, a un
promedio de 860 seguidores por usuario.
Muchos de
estas quejas y comentarios “no positivos” no reciben respuesta por parte de las
marcas, si bien podría tratarse de los llamados “trolls” (personas con mucho
tiempo libre que se dedican a desvirtuar cualquier escenario), cada llamado de
atención de un potencial cliente debe ser atendido. Porque además el boca a
boca -en este caso el tweet a tweet- sigue siendo la forma de influencia más
efectiva y con mayor posibilidad de viralizarse, por ejemplo: un “amigo” tiene
un inconveniente con el chocolate X, mediante la red de microblogging denuncia
esta molestia que es recibida por sus 100 seguidores (número promedio general),
entre ellos sus más afines, que bien pueden o no, vivir situaciones similares,
difícilmente salgan en defensa de una empresa por sobre la de un conocido.
Otro
problema puede ser el de que el soporte mediante el cual el público hace su
descargo no sea el idóneo para ello: varios fanpages en Facebook son receptores
–no pre establecidos- para los problemas que van surgiendo, por ejemplo, de
tele comunicaciones, en donde conviven las propuestas “buena onda” con el mal
humor provocado por una deficiencia o contratiempo con el servicio.
Pero no todo
es malo, de la misma manera que el comentario sobre el chocolate X pudo haber
hecho daño a la imagen de marca, si esa duda, ese inconveniente es encarado,
trabajado y resuelto por la empresa no sólo será el iniciador de la consulta el
que no pierda fidelidad sino que a través de la misma red –como si fuera un derecho
réplica- sus seguidores también se notificarán del accionar de la firma.
Si bien las frases
hechas tienden a limitar el pensamiento: un “arma de doble filo” parece ser acertada
para este caso, una extensa red disponible y dispuesta a recibir los mensajes
de sus marcas favoritas, pero con una capacidad de herirla con sólo 140
caracteres.
Pero si
aprendemos a manejarla, con personal especializado y paciente, con la
predisposición de aceptar las críticas, pero por sobre todo de hallar
soluciones, la fidelidad del público crecerá, y de ello, se enterarán sus 100
seguidores de promedio.
PD: “Amo la
Publicidad” cuenta con 1201 tweets distribuidos entre 1193 usuarios con un
promedio.
Fuente:
http://www.tweetbinder.com
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