18 de octubre de 2013

Mamá Publicidad

“¿Vas a hacer publicidades? ¿a vos te parece? mirá, yo no entiendo mucho de eso, pero…” Una frase escuchada por todo publicitario que planteó el tema a sus padres, claro, ellos son de la época que todo era ser abogado, médico, ingeniero o nada. No es que esté mal, pero puede que sea algo “aburrido”. Muchos de los de la generación X –los que rondan los 30 y largos- han pasado mucho tiempo sin sus padres. Y ese tiempo, dependiendo de vario$ factore$, se podía rellenar con fútbol en los descampados o con la tele. En épocas duras en las que los padres salían a trabajar todo el día –para volver a casa hasta pasada las 8 pm y seguir ultimando detalles por el moderno teléfono inalámbrico de mil kilos- y muchas madres tenían carreras y trabajos –herencia de la Segunda Guerra-. Mientras ellos estaban ocupados, la generación X estaba siendo educada por la tele, la radio y las historietas del segmento infantil semanal, que se leía y releía hasta memorizar viñetas enteras; la revista Condorito en el baño. Entre jingles, sketch, risas y emociones conocieron una parte del mundo a través de este nuevo educador, de esta presencia que cada vez que aparecía tenía esa halo de que algo genial iba a pasar: los avisos de autos y vaqueros, las hombreras, las canciones –hoy- ridículas que seguramente se tarareaban en las oficinas en las que los padres hacían lo suyo. Para muchos la publicidad fue como una madre: que enseñó a hacer un sandwich, a entonar canciones, a manejar autos, a disfrutar de un buen cigarrillo y a generar un modelo de pensamiento de pequeñas historias. Si bien los comerciales en los ´80 duraban eternos minuto y medio o dos, lo que se contaba era puntual. Podemos referenciar en los Simpsons –papá dos- en ese capítulo en el que Lisa se quejaba de que su familia sólo sabía canciones de comerciales, o de la película del “Gato” Silvestre Stallone, en la que despierta en un futuro alternativo en el que también, un jingle pegajoso, es motivo de adultos felices. Sin dudas hay piezas que no dejan mucho para analizar, pero hay otra que son un pedacito de arte, que son inteligentes y entienden a la gente, a su tiempo, publicidades de vanguardia, publicidades que acompañaron en esas tardes después del colegio, o en las solitarias mañanas solitarias de domingo. Es difícil decir que ver ese comercial que nos hizo reír hace 20 años ya no significa nada, es imposible pensar que no dejó mella. No sé si es motivo de orgullo coleccionarlo en la memoria, pero es la herencia que nos dejó nuestra niñez. Algunos tuvieron la pelota, el baldío, otros tuvieron la publicidad, los jingles y las historias. Y es por eso, que saludamos a las madres de todos esos creativos que, sin quererlo, fueron parte de nuestra formación. Este 20 de octubre, tengan ustedes un muy feliz Día de la Madre.

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